03 Nov Fobias al viajar
Las fobias son cada vez más comunes entre la población y comienzan a partir de los 15 años de edad. Hay fobias a los espacios cerrados (claustrofobia), a las arañas (aracnofobia), a estar solos en lugares abiertos (agorafobia), e incluso algunas difícilmente pronunciables como la fobia al número 666 (hexakosioihexekontahexafobia). Estos miedos, manías u obsesiones son síndromes que, psiquiátricamente, se encuadran en un gran cajón desastre conocidos como trastornos de ansiedad.
Uno de los típicos de los viajeros es el miedo o fobia a viajar, pero no todo el mundo la sufre de la misma manera, ni con la misma intensidad. A veces, nosotros mismos desarrollamos estrategias que permiten el control parcial del miedo, pero otras veces el miedo nos lleva a conductas de evitación, es decir, no viajo si se da esta circunstancia o no subo al tren si se da esta otra cosa, y se tiende a ocultar el problema por no hacer el ridículo.
Cuando la angustia persiste es necesario el apoyo psicológico e incluso la administración de algún fármaco en los momentos de crisis. Los síntomas de estos trastornos son similares y se resumen en ansiedad, nerviosismo, insomnio, problemas digestivos, irritabilidad, palpitaciones, temblores, mareo, náuseas, sudoración fría y sensación de ahogo. Cuando se presenta una crisis de pánico, existen algunas estrategias de autoayuda.
Cómo reaccionar antes el pánico
Si sufres una de estas crisis en plena calle y estás alojado en un hotel, vuelve a la habitación, túmbate y relájate. Si te acompaña alguien de confianza, mucho mejor. Aunque creas morirte, recuperarás la calma en unos minutos. Si vas en coche, intenta fijarte en las matrículas para concentrar tu atención y si no puedes, párate en un lugar seguro.
Si te cuesta respirar bien, no intentes coger más aire porque eso no hará sino empeorar las cosas. Un truco consiste en poner una bolsa de papel en la boca y la nariz y respirar así hasta que te calmes. Si no consigues conciliar el sueño, prueba a contar hasta cien de 5 en 5 o de 7 en 7 y luego a la inversa. Te tranquilizará. En última instancia, si el médico te ha recetado algún tranquilizante, tómalo.
El Síndrome de Florencia
Una de las fobias menos conocidas que afecta anualmente a un número indeterminado de turistas extranjeros en Florencia es el llamado Síndrome de Florencia o de Stendhal.
Recibe este nombre en honor al novelista francés que describió así la conmoción que le invadió al visitar esta ciudad italiana en 1817: “Fui presa de una suerte de éxtasis ante la idea de estar en Florencia y en compañía de los grandes hombres cuyas tumbas acababa de ver. Al dejar la iglesia de Santa Croce, se aceleraron los latidos de mi corazón; sentí que perdía la vida, al caminar tenía miedo de desplomarme”.
Desde entonces, este tipo de agorafobia se describe como un profundo trastorno psicológico provocado por la contemplación de una obra de arte. Los síntomas pueden incluir vahídos, pérdida del sentido de identidad y de orientación, depresión e incluso agotamiento físico.
Según la psiquiatra florentina Graziella Magherini, que ha escrito un libro sobre el tema, los candidatos a padecer este síndrome suelen ser personas impresionables, y las causas son el estrés del viaje y el descubrimiento de una ciudad como Florencia, donde se siente la presencia de fantasmas de grandes hombres, la muerte y la perspectiva histórica.
Este tipo de ataque de ansiedad puede ocurrir en otros lugares monumentales, como Egipto, grandes museos…
Crisis mística en Jerusalén
El Muro de las Lamentaciones, en Jerusalén, es uno de los lugares turísticos más visitados de Israel. Pero algunas personas se dejan influir demasiado por el lugar, como si buscaran una experiencia sobrenatural: es lo que se conoce como Síndrome de Jerusalén.
Quienes lo padecen se sienten embriagados por el ambiente místico que perciben allí, sobre todo de noche, cuando su psique se llena de santidad histórica del lugar a esa hora solitaria.
El primero en identificarlo clínicamente fue el Dr. Yair Bar-El, psiquiatra de distrito en el Ministerio de Salud de Israel. Este médico examinó a 470 turistas que tuvieron que ser ingresados en el hospital con el mismo cuadro. De ellos un 66% eran judíos, un 33% cristianos y un 1% no seguía credo religioso alguno.
Los períodos críticos para los visitantes afectados por este síndrome son, lógicamente, los de festividades religiosas, como Navidad, las fiestas de Año Nuevo Judío, la Semana Santa y la Pascua judía, o bien los meses de grandes calores de julio y agosto.
Los síntomas suelen aparecer al día siguiente de la llegada a Jerusalén, cuando empiezan a sentir un nerviosismo o una ansiedad inexplicables. A ellos les siguen buscar la soledad y realizar actos de purificación y abluciones, como baños y duchas, o inmersión en un baño ritual.
A menudo cambian de ropa, con clara referencia por las túnicas blancas, a fin de parecerse a personajes bíblicos, porque en su mayoría desean identificarse con alguna figura bíblica del Nuevo o del Antiguo Testamento, y casi nunca logran entender lo que les sucede.
Para el doctor Yair Bar-El, el Síndrome de Jerusalén es análogo al Síndrome de Florencia.
Y tú, ¿tienes alguna fobia? ¿Conoces algunas más relacionada con los viajes? Cuéntanoslo en los comentarios o a través del formulario de contacto.
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