El senderismo es una de las actividades deportivas más ligadas al montañismo tradicional. Su práctica, apta para toda clase de edades y condiciones físicas, consiste en caminar por circuitos montañeros a modo de travesías, donde se intercala la variedad de accidentes geográficos que componen su orografía.
Por senderos bien definidos, las rutas de senderismo nos guiarán por collados, valles e incluso se presenta alguna ascensión hacia las variadas cimas que jalonan estos recorridos. El senderismo, muy actual en estos tiempos, es una forma más de recrearse con la naturaleza que nos rodea.
El caminante necesita para su práctica una indumentaria adecuada, según época, y que no sea demasiado “alpina”. No ha de faltar una mochila, botas de trekking o media montaña, cantimplora y chubasquero, además de alimentos a base de frutos secos, y ropa de repuesto, entre otras cosas.
El senderismo es un deporte que en Mieres y su concejo tiene mucho que ofrecer. Por su dilatada geografía discurren variados recorridos montañeros de extraordinaria belleza.
Adentrarse por los parajes y rincones del municipio nos permite conocer un paisaje cargado de calizas y agrestes agujas de inusitado colorido por la zona de Baíña y Loredo. Por los Valles de Turón y Cuna el paisaje se torna de verde intenso con la presencia de bosques de hayas y castaños.
La fauna autóctona hace acto de presencia por los apartados vericuetos de la ruta, y los núcleos rurales desperdigados por sus vallinas y laderas ofrecen al caminante lo mejor que poseen: el encanto de su arquitectura tradicional compuesta de viejas casonas, paneras y hórreos y el afecto y amabilidad de sus moradores hacia el forastero.
El caminante espera encontrar también aquella fuente de cristalinas aguas en algún recodo del sendero a cuyo término asoma la abandonada aldea o caserío medio camuflada entre los arbustos que cubren algunas de las casas que aún se mantienen en pie.
Las altas cimas que salpican los cordales mierenses se asoman a sus valles mostrándonos amplias panorámicas hacia paisajes más alejados de nuestro entorno. De manera significativa destaca la Cordillera Cantábrica y los Picos de Europa.
El concejo de Mieres fue creado en el año 1.836, aunque oficialmente comenzó su existencia el día 1 de Enero de 1.837. No obstante, ya había tenido cierta independencia al menos desde el siglo XVIII, aludiendo en aquella época, a la jurisdicción de Mieres del Camino dentro del concejo de Lena, al que perteneció hasta el año 1836.
También hay que señalar que durante los últimos años de la Guerra de la Independencia, Mieres fue ayuntamiento, del mismo modo que durante el Trienio Liberal, entre los años 1.820 y 1.823, aunque en este periodo el actual término municipal estuvo dividido en dos concejos, concretamente los de Mieres y Villarejo, que se repartieron las distintas parroquias.
Mieres, que durante muchísimos años vivió de la agricultura y de la ganadería, con una economía prácticamente de subsistencia, tuvo las principales vías de comunicación de Asturias con la meseta.
En este sentido, hay que destacar la calzada romana, que al parecer fue construida en tiempos de César Augusto. Muchos siglos más tarde, sobre tramos de la misma se trazarían futuras carreteras, como la que a finales del siglo XVIII proyectó Jovellanos a Castilla.
Esta importante red viaria, así como su progresivo mejoramiento, también fue debida, a la circunstancia de que por Mieres discurriera un tramo muy principal de la ruta jacobea, siendo Mieres del Camino, quizá la única población asturiana cuyo nombre alude, ya desde muy antiguo, al Camino de Santiago.
Este desarrollo de las comunicaciones vino a coincidir, en el último tercio del siglo XVIII, con el descubrimiento del carbón en algunas zonas del concejo, como fue el caso de Brañanocedo, por encima de Santullano.
No será hasta el año 1.840 cuando podamos hablar del proceso de industrialización de la comarca, cuando la misma alcance altos vuelos.
La presencia de yacimientos de hierro y de hulla en la zona, materias primas necesarias para alimentar los altos hornos, y de carbón, así como las abundantes aguas del rio Caudal, necesarias en toda la industria, y la posibilidad de la construcción del ferrocarril, fueron decisivas en este proceso.
El auge que adquirieron la industria y la minería por aquellos años justificó la creación en el año 1.855, de la Escuela de Capataces de Minas, establecida en Mieres del Camino, y también, la instalación en el concejo de varias empresas extranjeras, principalmente inglesas, francesas y belgas.
El ferrocarril contribuyó al progreso industrial y minero del concejo de Mieres, cuyo proceso culminaría en pleno siglo XX.
Pero sería también a la sombra de esta industria donde la población de Mieres crecería a gran ritmo, así como los principales núcleos de población, transformando aquella forma de vida agrícola y ganadera, en la que tenían una gran importancia el clero y las casonas solariegas, en otra más acorde con los nuevos tiempos, que traerían mejoras en el nivel de vida, pero también otro tipo de injusticias, que motivarían importantes movimientos sociales sobre todo a lo largo del siglo XX.
Para hacer las rutas debes tener en cuenta algunos consejos:
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Existen múltiples maneras de llegar al Concejo de Mieres. Todas las opciones de transporte público se encuentran reflejadas en la página del Ayuntamiento de Mieres.
Si lo que deseas es llegar hasta allí en vehículo propio, este es el punto de Google Maps que te ayudará:
Esta excursión comienza en el Alto de Padrún (385 m) yéndonos por una estrecha carretera en dirección oeste. En el siguiente cruce hemos de tomar por el ramal de la izquierda hasta confluir en Valdemurián de Arriba, donde termina.
Allí mismo y por un camino carretero, iremos descendiendo suavemente alcanzando al poco unas praderías llamadas Campa Les Monxies, asomando por encima de la misma el afilado perfil del pico Magarrón, la montaña más significativa del cordal.
La ruta a seguir nos conducirá hasta los restos de una antigua explotación de mineral de hierro, donde se destaca una bocamina con una fuente. Más allá hemos de traspasar un cierre, que es a la vez divisoria municipal, por donde la ruta se dirige a la Mortera de San Nicolás.
Cuando damos vista al Collaín y la sierra que lo circunda, remontaremos a nuestra izquierda, por una senda, toda la ladera Norte del cordal llegando directamente a la pedregosa cima del Magarrón (655m).
Desde esta montaña, la más alta del municipio Ribera de Arriba, se admiran grandes panorámicas de las cuencas del Caudal y Nalón, Oviedo y su entorno.
Esta travesía continúa hacia Baíña, adonde nos dirigimos directamente por la vertiente meridionales del pico por una senda en precarias condiciones. La otra alternativa consiste en desandar el camino de ida hasta la Campa Les Monxies, donde tomaremos el camino real de Baíña, que en la actualidad está un poco tomado por los arbustos.
Esta ruta pasa necesariamente por la Fuente Llinarigu, situada en la base del pequeño bosque, y continúa descendiendo por un marcado camino hasta la bifurcación de Cantu Roblón. Por la senda más elevada se llega al barrio de La Casuca, continuando el descenso por Pilotoba y el Caliyu hasta confluir en Baíña.
Desde el cruce de Cantu Roblón la otra alternativa desciende por la Voza y el Caserío de Rozaes. A partir de aquí, un camino asfaltado nos conducirá por Les Cuestes hacia el núcleo principal de Baíña, no sin antes admirar el famoso “Palomar de Baíña”, del siglo XVI, que está enclavado en un cueto próximo a esta ruta.
Duración de la ruta: 3-4 h.
Esta ruta comienza en Lloreo (200m), pueblo en el que nos metemos a través de sus callejuelas mientras contemplamos sus hórreos, los cuales superan en número a cualquier otro pueblo de la región.
Tras cruzar el barrio de La Rociella comenzamos a ascender por la pista de montaña que se dirige a Llosa Alfonso. Esta supera los recuestos de este hermoso valle en dirección a las albas cimas que ya asoman por encima del Condado Pando.
Atravesamos el abandonado caserío de Llosa Alfonso para presentarnos en breve tiempo en el abierto collado del Pando, que representa el punto de arranque hacia la cima del Garcillero.
Se consigue tras la breve ascensión por las revueltas que la senda va ejecutando por la ladera meridional de la montaña. Llegamos al Garcillero (834m) en 90 minutos y descendemos nuevamente a la collada, continuando la ruta a través de una pista de tierra que procede de La Figar de Morcín, en dirección al Condado Plano.
Iniciamos desde allí la ascensión a la más afilada montaña de la zona. Lo hacemos por la horcada de Buguriza que escinde en dos la cumbre principal. Una corta trepada nos llevará sin problemas mayores a la cota 771 metros, cenit máximo de Peña Manteca.
Esta emotiva travesía nos va mostrando la variedad del paisaje de la zona, entremezclándose el bosque y la caliza, a la vez que tenemos la ocasión de contemplar bajo La Manteca un antiquísimo “caleru”, así como la boca Este del túnel minero y los restos de una “teyera”.
Soslayando en este lugar la ascensión al cercano pico Rasón o Caneo, faldeamos desde Plano hacia el Llano Pisones para presentarnos en el Cordal de la Meruxiega, que se desprende del Rasón hasta la localidad de La Pereda, delimitando los valles de Nicolasa y Lloreo.
Faldeamos el pico Cabaña de Piedra para salir a la Meruxiega Baja, donde aflora una fuente. También contemplamos el lugar donde finaliza la trinchera de la vieja mina Ana María. Por el filo del cordal avanzamos en sentido noreste a la vez que esta situación tan estratégica nos permite contemplar a nuestros pies el pueblo de Ablaña.
En pleno descenso, y a la vista de los túneles de la autovía, giramos a la izquierda por el camino de la Mayaína, antigua trinchera minera, llegando a su fuente.
A partir de este punto iniciamos otro nuevo descenso entre matas de castaños y en breve se alcanza el abandonado pueblo de Bulloso. Allí abordamos la pista de montaña, la cual ha de conducirnos a La Pereda por los caseríos de Les Laviaes y Llaneces.
Esta ruta tiene una duración de unas 4-4’5 horas.
Hasta el Pozo Nicolasa de Hunosa llega una castigada carretera desde la misma población de Ablaña. Discurre por un cerrado valle que está coronado por uno de los picos más significativos de la comarca del Caudal: el Llosoriu. A su lado el Caneo (también llamado Rasón) poco desmerece en cuanto a belleza y atractivo montañero.
Esta ruta tiene su inicio nada más rebasar las instalaciones mineras, emprendiendo la andadura por la pista abierta ya hace unos años con motivo de la explotación de carbón a cielo abierto.
Pista arriba, vamos ganando metros de desnivel dejando atrás, primero, el desvío de Llano la tabla y más adelante el bien situado y singular caserío de Conforcos. Un número indeterminado de revueltas nos conducirá sin pérdida al circo situado bajo los picos ya descritos anteriormente. Esta zona, denominada La Vara, fue en la antigüedad lugar de pastoreo.
Hacia el Caneo, adonde ahora nos dirigimos, nos conducirá un ramal de esta pista, y cuando finalice acometeremos los últimos repechos de la ascensión por un sendero que surca la ladera oriental entre matas de helechos. Nos presentamos en la enfilada cima del Caneo (940m).
Desde este pico la montaña de Llosoriu cubre una buena parte de la panorámica meridional. Nos dirigimos hacia allí y lo hacemos de la manera más cómoda y aconsejable, lo que nos obliga a retomar la pista y por la misma descender a lo que fue la majada de La Vara para ascender de nuevo a la collada oriental del Llosoriu.
La bien marcada senda trepa por esa misma ladera, por donde se alcanza la mojonada cima del Llosoriu (1000m de altitud). Desde el Rasón hasta aquí hemos invertido unos 30 minutos de andadura.
Es como una obligación alargar la estancia en esta cima por las panorámicas que nos ofrece hacia los cuatro puntos cardinales.
Continuamos la marcha por la misma ladera de subida hasta situarnos de nuevo en la otra pista que, alineada a la misma cimera del Cordal de Gallegos, se dirige en sentido netamente oriental hacia la localidad de Siana, con varias bifurcaciones hacia otras localidades del valle de Cuna y valle de Nicolasa.
La ruta a seguir no tiene pérdida, discurriendo por encima del caserío Mallada y Branuitu. Por el margen derecho se van sucediendo un rosario de cimas y colladas donde se destacan la collada Pozabal, Peña Rigá y Reguerines.
Más adelante la vista se recrea hacia los espacios verdes de la Campa Rañaoriu y Salgueru. Aquí lo más conveniente es salirse de la pista para ascender al pico Roíles, que nos premiará con nuevas vistas hacia ambos valles.
Tras vadear otra collada nos presentamos en la rocosa cima del pico Siana, que representa el mirador natural hacia el casco urbano de la ciudad de Mieres. Allí también se sitúan antenas y demás instalaciones de TV con pista de acceso.
Una gran explanada separa este pico de su vecino Peña Fondera con varias campas como la del Balón, Les Llamargues y Prau Cimeru. También es punto de arranque en pleno descenso hacia Siana con varias rutas alternativas. La más común consiste en continuar carretera adelante cruzando por el caserío de Panizales y salir a la carretera local que une la localidad de Siana con el valle de Cuna.
Otra más ha de llevarnos a La Faidosa para continuar hacia el término de la excursión por la aldea de Rimeses. También podemos alcanzar el final de la ruta por atajos que nos obligarán a pasar, bien sea por la Bermiga, o por Picarúa a Panizales.
Desde el Llosoriu hasta Siana se hace el recorrido en poco más de 1 hora.
Una gran vega, llamada Prados de San Pelayo, nos recibe nada más llegar a la localidad de Gallegos. Situado a una altitud de 460m, Gallegos es uno de los núcleos más antiguos e importantes del valle de Cuna.
Tras cruzar por las calles del pueblo nos acercamos hacia su término, donde se sitúa una fuente y varios hórreos, para iniciar desde allí esta emotiva excursión por el Cordal de La Cuba y La Segá ascendiendo a los picos Carba y Felguerona.
Por una pista de montaña damos los primeros pasos de esta larga andadura, rebasando al poco tiempo un arroyo. Más adelante y siempre yendo hacia el poniente alcanzaremos la Cruz de los Caminos (también llamada Payeguina) con varios desvíos hacia diferentes aldeas del valle.
Aquí hemos de tomar la pista superior, que finaliza al poco en el lugar conocido como el Lavadero, donde un camino de montaña nos conducirá a la Collada de Palmir, bien visible en la distancia gracias a la torre de tendido eléctrico levantada en la misma collada. Hasta aquí la ruta por el antiguo camino, ahora en desuso, que nos obliga a tomar otros derroteros en ocasiones, a fin de evitar los arbustos o el fango.
Al final enlazaremos con la pista del Cordal de la Segá, por donde hemos de continuar ante la mirada del Llosoriu situado por encima. Un poco más adelante, tomaremos por un sendero que súbitamente se eleva por la vertiente Norte del pico La Carba, alcanzando su cumbrera en poco tiempo.
La cima es un poco alargada y un mojón de piedras determina la máxima altitud (864m), observando desde ese punto una amplia visión del concejo de Riosa, con la Campa Prauquín destacando bajo sus pies.
Continuaremos la ruta descendiendo a la collada de Tío Vicente, donde se destaca una fuente en la vertiente riosana. Una nueva pista desciende desde aquí directamente a Villar de Gallegos, pero nosotros hemos de soslayarla a fin de seguir con el itinerario previsto.
Esta ruta continúa por la pista del Alto de la Segá, siempre por la vertiente mierense del Valle de Cuna. Atrás van quedando cotas de menor cuantía, tales como las cimas del Cuitu, la Campa Pevidal y la Campa Felgueres. Más adelante nos encontraremos en la Collada Pendu, donde se observan restos de una antigua explotación minera llamada El Candasín.
Durante esta última parte del recorrido vamos observando hacia el Sur la montaña del Felguerona, en cuya cima destaca una antena y demás instalaciones afines. También se sitúa en su cumbrera un mojón geodésico, con acceso rodado desde el mismo Alto de la Segá.
Hacia allí nos dirigimos tomando directamente la ruta del mismo alto para, bien sea por la pista o por la senda del pico Arandamusas, conquistar uno de los objetivos de esta excursión de senderismo.
Desde esta amplia cima, se contemplan numerosas perspectivas hacia las montañas limítrofes, tales como el Aramo, Monsacro y más allá una buena parte de la Cordillera Cantábrica. Esto y mucho más se puede admirar a pesar de su modesta altitud (892m).
Cuando llevamos poco más de dos horas de andadura nos disponemos a continuar con el itinerario previsto, descendiendo hacia la vertiente septentrional, donde se sitúan los prados de Talabeo.
La ruta a seguir hasta la aldea de Foz está poco transitada; de todas maneras, han de orientarnos los prados de Pandillu, situados un poco más abajo; pero antes encontraremos la fuente El Argaxu, donde llega una pista procedente de las antiguas minas del Candasín.
Una vez situados en Pandillu, fácilmente encontraremos el camino de Foz, llegando a este apartado lugar tras pasar al lado de su fuente. Foz es un olvidado rincón de la geografía mierense rodeado de boscaje en todo su entorno. Foz es una cita obligada en nuestro caminar por estas tierrras, donde contemplaremos además el ejemplo viviente de nuestro ancestral modo de existencia.
Por un camino carretero se llega en breve al barrio de Molín de Cenera, cuando se cumplen casi 4 horas desde el inicio de la ruta de Gallegos.
Esta excursión comienza unos metros antes de la divisoria comarcal con Oviedo, concretamente justo en el cartel anunciador de la población del Padrún.
Allí mismo, se desvía a la derecha una pista, que en poco tiempo gana la misma cumbrera del cordal del Monte Gúa, donde en la actualidad existe un depósito de agua. Una vez situados a caballo de la sierra, nos dirigimos en sentido Este por un camino que en sus primeros metros faldea por la vertiente mierense.
Por allí salimos a una collada y más adelante encontraremos un mojón geodésico, continuando con nuestro caminar hacia la cercana cima del pico Gúa, que ya destaca desde este lugar. Una hora hemos invertido hasta la cúspide de esta montaña, la cual se constituye como el mejor mirador del valle bajo el Caudal. Desde su mojonada cumbrera se admira, a cada giro de cabeza, el más variado paisaje de las montañas mierenses.
Hemos de continuar con esta travesía montañera descendiendo a la collada siguiente, donde una gran cicatriz terrena, motivada por una antigua explotación a cielo abierto, dificultará tal descenso.
Las personas poco avezadas han de realizar un pequeño rodeo para presentarse en esa collada. Hasta la misma llega una pista que procede de La Rebollada, y por ella continuamos con la andadura hasta que la abandonamos para acercarnos a la cima del pico Picacho, que está coronado por unas instalaciones de TV y la correspondiente antena.
Tras esta visita, reiniciamos la marcha por toda la pista adelante, la cual surca toda la cresta del Cordal de Fayedo mientras nos vamos recreando con las espléndidas panorámicas que nos va ofreciendo esta ruta hacia los valles de San Frechoso y San Tirso, con los numerosos caseríos colgados de las montañas que los circundan.
Alcanzamos la Campa del Trave, que es la divisoria de Mieres con los municipios de Oviedo y Langreo. Desde la misma campa volvemos a ascender por una bien marcada senda de la ladera meridional, salvando por el poniente el innecesario repecho de Peñas Albas, que es la antecima del Escobín (714m) considerado el “techo” de Oviedo.
Una vez situados al pie de su mojón geodésico, y cuando ya hemos consumido las tres horas de marcha, volvemos a disfrutar de bellas panorámicas hacia nuevos horizontes de la geografía asturiana.
Retrocedemos hacia la Campa del Trave y desde la misma collada comenzamos a descender hacia el alto de San Tirso. Al principio la ruta está poco marcada, ya que los arbustos tapan toda huella. Lo más aconsejable es tomar la senda peonal del prado próximo, hasta que llegamos a la aldea de El Nozal. Allí se destacan un par de hórreos y una vivienda.
Tras dejar este lugar, encontraremos un poco más abajo una fuente y, cercana a ésta, un cruce de caminos. Estamos en la aldea de Cruces, con carretera de acceso desde el mismo Alto.
Aquí tenemos dos posibilidades de presentarnos en la carretera general. Por un lado, podemos dirigirnos al Alto de la San Tirso, siguiendo el curso de la misma carretera. La otra ruta alternativa consiste en tomar el camino de La Vara y, por el atajo, finalizar esta marcha en la localidad de La Teyera, próxima al mismo Alto de San Tirso.
La duración total del recorrido es de unas 4 horas.
En el barrio mierense de Arroxo tiene lugar el principio de esta nueva ruta de senderismo, la cual nos conducirá en el transcurso de la primera hora de marcha, hasta La Matiná.
Comenzamos a caminar por una pista de montaña que parte de la misma gasolinera subiendo, con fuertes desniveles, por la derecha del barranco, todo el valle de Roíles o Morgao arriba, hasta el caserío de Requintín.
Desde allí se continúa por un camino vecinal hacia la aldea de La Matiná situada por encima de la vertical de dicho caserío. La Matiná nos regala un completo y bello espectáculo paisajístico hacia Mieres y su entorno, y es el punto de arranque para recorrer de manera plácida toda la montaña del Curullo, Campón y Fonxacos hasta el Alto de Santumillano.
Un buen camino se dirige a la zona de recreo del Monte La Teyerona, entre buenas fincas de pastoreo. Antes de alcanzar dicho lugar veremos los restos de una antiquísima “teyera”, lo que da el nombre a dicho área.
Más adelante pasaremos a la vera de una singular fuente con una campera; por encima de la cual se sitúa un campo de fútbol amén de una cantina. La ruta montañera continúa hacia el Este con una sucesión de pequeñas cotas y colladas por donde discurre una pista, la cual da acceso al caserío de Peruyales y Les Estayes. La marcha continúa por lo cimero del cordal de manera cómoda hasta que, casi sin advertirlo, nos encontramos en la cima del Campón (631m).
Descendemos brevemente a la collada La Muezca, que es la encrucijada de caminos que se dirigen a la vallina, La Longa y el Acíu. Desde aquí ascenderemos al Fonxacos (también llamado Borroná del Corralón) por la loma occidental. El marcado sendero progresa hacia la cima entre matas de helechos, y seguidamente coronamos la cumbre de esta montaña, que posee un vértice geodésico (655m).
Desde la cima de Fonxacos continuaremos la marcha hacia su punto final en el Alto de Santumillano. Lo podemos hacer de dos maneras. La primera consiste en regresar a la collada La Muezca y desde allí dirigirnos al Acíu, la aldea situada bajo la misma cumbre en su vertiente septentrional.
La ruta a seguir ha de llevarnos llaneando por un buen camino carretero y nada más llegar al Acíu tomar la carretera del Campo. Una vez en Planta, abandonamos esta carretera y por pista de tierra presentarnos en la campera de Domingomoros, al lado del mismo Alto.
La otra alternativa nos llevará desde la misma cimera hacia Domingomoros por una zona restituida de una antigua explotación de carbón a cielo abierto. Doblaremos el pico o peña Planta por su ladera Norte, a salir a una pista que nos dejará en Domingomoros.
Una estrecha carretera parte desde Bazuelo hacia el 1º de Mariana. Este valle se estira hacia el naciente y varias rutas se desparraman por todo él, dirigiéndose hacia las numerosas aldeas que se asientan por sus vertientes, tales como: La Quinta, Bustiello y Cuarteles de Mariana.
Por el 5º de Mariana salimos a la carretera que desde Rozaes va a Tablao. Por la misma seguimos hasta llegar a Brañanoveles y seguidamente al caserío de la Cantera, abandonado en la actualidad y estratégicamente situado en la cumbrera de la Sierra de Tablao, por donde ha de discurrir esta ruta hasta culminar en el pico Polio.
Varios caseríos más se escalonan por encima de la Cantera, como Las Cruces, La Berrona y Escalá de Quentu. Por un amplio camino alcanzamos la campera de la Berrugona y, a partir de aquí, dos sendas tiran hacia arriba rodeando el Cantu Curullu. También superamos el Prau La muezca y tras un pequeño llano llegamos a la Vegona, una de las zonas más bonitas de esta ruta. Por un sendero salpicado de pinos ganamos la cima del Serrón (836m).
Sobre Rozamayor y Tablao, este pico nos ofrece estupendas vistas. También se divisa hacia el Este la cónica figura del pico Polio, con sus antenas reflejando los rayos solares de una mañana. Hacia allí nos dirigimos por toda la montaña restituida, manteniéndose aún la explotación de cielo abierto.
Casi llaneando llegamos a la base de la explotación y también del pico. Por la pista de servicio de las antenas alcanzamos uno de los vértices más importantes de la comarca de Mieres: Pico Polio (1.049m)
Por el cordal que desciende hacia el valle de San Juan, continuamos con este itinerario en dirección a Carraspientes. Una intrincada red de pistas mineras surca toda esta vertiente Norte del Polio. Bien sea por las mismas o por los pocos caminos que aún quedan, vamos perdiendo altura mientras cruzamos por Campa Llonga, Llana la Piedra, Arnies y la Llana Espinera.
Aún resta traspasar la Campa Llarga, situada a los pies del Cantu La Fayona, cuya cima se asoma hacia el pueblo de Carraspientes. Este núcleo tiene su asentamiento en un altozano que se eleva por encima de los valles del Polio y Cabal.
Gracias a su estratégica situación, desde este lugar se pueden admirar buenas vistas de estos valles. Carraspientes es además un muy apacible lugar para vivir, con buena comunicación por carretera hacia Rioturbio, adonde llegamos finalmente tras casi 4 horas de suave caminar.
Desde el Alto de Santullano nos dirigimos a El Cabu por una buena carretera en apenas 5km de recorrido. Una vez allí, atravesamos el pueblo buscando el camino superior que comienza cuando nos encontramos en una fuente y un muro con aperos de labranza y diversas curiosidades moldeadas en el mismo, de tal manera que nos llama la atención.
La ruta que aquí tomamos discurre toda ella por un milenario camino de origen romano, conservándose en muy buen estado. Plácidamente nos conducirá hacia la vega de Espines, la cual se intuye al final del valle.
La Sierra del Rebollu, con los picos Cantu Caleya y Cuétara, flanquea la marcha por el naciente, delimitando con el valle de la Nueva de Langreo. En la vega varias cuadras jalonan la ruta, y la ladera del pico Espines descansa en este apartado lugar, por donde es factible su ascensión.
Lo más recomendable es continuar por el camino real que , salvando otro repecho, nos conduce al Mayau Porrín, en la divisoria de Mieres con Langreo. Frente a la cuadra tomaremos por un sendero que, aunque poco marcado, va ganando altura por toda la ladera meridional del pico, paralelamente a unos prados que le quedarán a su izquierda.
Una vez en la cumbre (1.008m) disfrutaremos de una buena perspectiva hacia los paisajes del entorno, donde destaca una amplia panorámica en toda su amplitud de la ruta que hemos seguido desde el mismo Alto de Santumillano.
Descendemos de nuevo hacia el Mayau Porrín (también denominado Mayau La Vega) donde hasta hace unos años vivió una familia. Nos dirigimos a la pista que allí comienza y descendemos por ella hasta la Cerecina, donde se localiza en vertiente del valle de Polio la fuente de Ferriru.
La Cerecina se destaca por sus buenos y cuidadosos prados, reconocidos como La Mayá, La Mofosa, etc. Tres diferenciadas pistas marchan de este lugar hacia el poniente. Nosotros hemos de dirigirnos hacia la más honda, que sin pérdida nos llevará hasta el mismo pueblo de Carcarosa.
Esta población turonesa se sitúa en la ladera Sur del pico Polio y sus casas están rodeadas de una buena ería con comunicación directa hacia Mieres y los barrios más importantes del valle del Turón.
Desde el barrio turonés de El Lago, parte de una carretera local que, tras cruzar por Linares, asciende directamente hasta el caserío de La Pila Fondera.
Anteriormente un ramal llega hasta Misiego, pero la excursión ha de seguir por el camino real, el cual nos conducirá hasta La Cabana, en plena carretera local La Coca Carcarosa.
Por las antiguas instalaciones mineras de San Víctor marcha un camino carretero en dirección al Monte Polio, cruzando a la vera de buenas fincas, tales como: Luriu, Les Teyeres, Hedrados, etc. Llegamos a la Medío, la amplia collada situada al pie del pico Polio. Ganamos la cima (1049m) por la pista de servicio de las antenas. El itinerario continúa hacia el naciente descendiendo por el Praucón a la Cerecina.
Soslayando la ruta del Mayau Porrín, nos dirigimos sobre una pista, faldeando por el Mediodía las modestas cotas de Pico Felechosa y Cogollín. Un marcado sendero nos conduce sin ningún problema al Cogollu (1021m), la cota más alta del concejo de Langreo. Desde su rocosa cumbrera podemos admirar todo lo largo y ancho del valle de La Nueva.
La ruta a seguir tiene dos variantes, siendo la del pueblo de San Justo la más larga. Por la misma lomera del Cordal de Urbiés vamos a continuar sin descender a San Justo. Lo hacemos yéndonos directamente a la Campa Cervaliza y desde allí descendemos a la cercana Campa Les Abeyes, donde enlazamos con la pista del Alto de La Mozqueta.
Por esta pista disfrutaremos de un tranquilo paseo montañero, atravesando varias campas que comparten ambas vertientes. Allí están la Campa Barrera, Campa Urbiés y la Campa Ablaneo. Cuando llegamos al Alto de la Mozqueta (849m) cruzamos la carretera para tomar un sendero que, entre matojos, va ganando altura con suave desnivel, hasta que culminamos en la cima del Cruces (887m).
Cruces representa la divisoria administrativa de los municipios de Mieres, Langreo y San Martín del Rey Aurelio.
Del pico descendemos hacia un prado con cuadra y más adelante nos dirigimos hacia ña pista ganadera de Vega Cruces. Por ella continuamos con el descenso hacia el kilómetro 9 de la carretera comarcal Turón-Sotrondio. Cerca de este mojón se sitúa el Alto de la Colladiella (845m), punto final de esta travesía montañera.
La Hueria de Urbiés se sitúa en la ladera occidental de la Sierra de Navaliego y su estructura urbana se compone de varios barrios situados a poca distancia unos de otros.
Esta excursión parte del barrio de Vallicurra, donde tomaremos el camino de la Campa Cimera. Hasta la Pedriña, antiquísimo caserío en la actualidad deshabitado, encontraremos dos fuentes, en el transcurso de esta primera etapa.
Aquí, en la Pedriña, tomaremos el camino de la derecha que, entre viejos castaños, pasa por la majada de Caguernes y Sabugal. Desde esta última majada iremos directamente a la pista procedente de la Colladiella. Estamos en la Campa Cimera a los pies del pico Tres Concejos y punto de arranque del Cordal de Navaliego.
Allí mismo hemos de iniciar la ascensión del pico Tres Concejos por una senda que serpentea la ladera meridional, y al cabo de esta breve ascensión nos presentamos en su cima (1100m). Tras el descanso en su cumbrera, llegamos a la Campa Cimera en la encrucijada de varias pistas.
El itinerario a seguir ha de desarrollarse por todo el Cordal de Navaliego adelante, en sentido Sur, bien sea por la pista de sondeo o por la misma crestería.
Lo más recomendable es seguir por la pista, a cuyo término nos iremos por un sendero que traspasa a la vertiente de Laviana. Por allí faldeamos el pedregoso pico Sierra Alta, aflorando a la collada siguiente por donde la ruta continúa muy marcada. De nuevo en vertiente mierense, este camino confluye en otra pista que allí mismo comienza y que sirvió en tiempos atrás de acceso a una pequeña explotación de carbón.
Estamos en la Campa Espinera, a caballo del Cordal de Navaliego, compuesta por un pequeño llano con varios caminos de acceso. Desde la misma collada, dos de estos caminos marchan hacia el Mediodía, pero por diferentes vertientes.
Por cualquiera de los dos, nos aproximamos a la siguiente collada, llamada Fonticos, donde se levanta una cuadra como dato más significativo. Desde este punto nos dirigimos al pico Burra Blanca, bien sea por la crestería o por la ladera septentrional, cubierta toda ella de un espeso bosque de hayas.
En este último itinerario encontraremos una fuente y un prado también denominado Burra Blanca. Este pico (1159m) es la cota más alta del municipio mierense y, desde su precaria cima, extensas panorámicas alcanzan horizontes situados más allá de la Cordillera Cantábrica y Picos de Europa.
Descendemos hacia el prado Burra Blanca por un buen camino que discurre casi en llano a la sombra del boscaje, salimos a la collada y prado de Collaínos. Por la misma divisoria municipal seguimos bajando hasta situarnos en la collada Ablaneo, donde tomaremos el camino real que sigue descendiendo entre matas de castaños y también por el Esposal, Llamera y 5º de Barrera hasta que llegamos a las primeras casas de Mayau Carril, uno de los barrios de La Hueria y punto final de esta ruta de senderismo cuya andadura puede calcularse en poco más de 4 horas.
La aldea de Caburnu es la puerta de entrada al valle de Lloreo, “la joya paisajística del concejo de Mieres”. Allí comienza esta magnífica ruta, la cual nos permitirá conocer uno de los rincones más bellos y salvajes de la comarca.
Dejando a nuestra derecha la carretera del Collau, en las cercanías del Pindal, nos vamos hacia el naciente por la pista minera de la Molinera.
A pocos metros de ese cruce, comienza el camino carretero, que entre varias casas deshabitadas sube empinadamente. A tramos empedrados, la ruta va ganando altitud pasando al poco por la vera de la fuente Trescurru.
Más adelante, mientras asoma por la otra vertiente del valle las olvidadas aldeas de Sobiduriu y La pará, nos acercamos a una abierta zona de prados, donde situamos a Fondiru y La Venta. Aquí vivió una familia hasta hace unos años, siendo un lugar muy apropiado para admirar una buena parte del valle donde también se destacan otras majadas, las cuales se van escalonando hacia lo cimero del valle en la frontera del bosque.
Desde allí se destacan las majadas de Vallín de los Homeros, Rapaces del Valle, Cimera Santa Olaya, etc. En la vallina más occidental también podemos distinguir la Vega Lloreo, Campona y Pedregal entre otras, unidas por caminos casi perdidos por el abandono de los campesinos.
Seguimos la marcha hacia la cresta del cordal oriental, que desciende directamente del Cuitu Ventusu. Lo hacemos por el lugar donde, camuflado entre los helechos, se sitúa el Pozu del Llobu.
La Vega Lleu y Prau Resu culminan este largo cordal con típicas cabañas pastoriles. Nada más rebasar el Prau Resu la ruta a seguir nos mete de lleno en el “fayeru”, por un marcado sendero que nos llevará sin pérdida hasta las estribaciones del pico.
Antes hemos de librar unos molestos arbustos que dificultan la progresión. Por fin llegamos a la cima (1148m) y nos disponemos a recrearnos de la naturaleza que nos rodea con los valles de Turón y Aller a nuestros pies.
Esta ruta de senderismo ha de conducirnos por todo el Cordal de Longalendo hacia el occidente. Lo más aconsejable es regresar al Prau Resu, donde tomaremos un camino que discurre casi horizontalmente por la cabecera del valle a salir al collado del Turnu, por donde la pista forestal pasa a vertiente turonesa.
Allí mismo encontramos un depósito de agua y, si renunciamos a la ruta de las cumbres, por esta pista podemos alcanzar, tras un bello recorrido, sin apenas desniveles, Tablao del Collau, donde converge el recorrido de las cumbres.
Nos vamos por la variante del pico Grandes y Culladiella, y lo hacemos desde el Tornu hacia la Majada de Felguerosa, que posee una rústica cabaña pastoril. Más allá cruzaremos por la cima de Orios (1075m) y también Grandes (1144m).
Más cotas se dirigen como un rosario hasta el Culladiella, donde un mojón geodésico corona su cima. Este recorrido nos permite contemplar la variedad del paisaje, tan diferente en cada valle. Por un lado se destacan las praderías del valle de Aller y por la vertiente turonesa las manchas forestales.
Desde la collada Cabeu acometemos la ascensión al Culladiella (1106m) y rebasando la cima descendemos hacia la collada siguiente, llamada Cruces, con otra atractiva cabaña.
Desde allí tomaremos un sendero que surca el bosque de Sierros Negros hasta converger de nuevo en la pista forestal. El sendero se dirige directamente hacia Tablao del Collau, que es uno de los mejores balcones naturales del valle.
Dos itinerarios diferentes nos conducen desde aquí hasta el Collau, y los dos muy interesantes. Uno va por toda la cresta que da vista al valle de Lloreo con verticales cantiles, donde se van sucediendo las majadas de La Rasa, Cabreriza y Campones.
El otro itinerario se dirige al valle de Llano Pumar. En Acebal encontraremos una pista que procede del Collau. Por ella vamos descendiendo entre buenos ejemplares de hayas, donde se intuye y se descubre entre las ramas, el caserío más bonito y más típico que he conocido.
La ruta, tras atravesar El Collau, continúa carretera abajo hasta confluir en el punto de partida de esta marcha, situada en el Caburnu, al pie de la carretera nacional. Esta extraordinaria travesía montañera, con una duración cercana a las 5 horas, es una de las más bonitas que se pueden llevar a cabo por los valles mierenses.
Esta larga travesía comienza en el barrio turonés del Puente Villandio, desde donde ascenderemos al pueblo del mismo nombre, por el antiguo camino carretero.
El pueblo de Villandio se sitúa en un rellano que se asoma al valle a una altitud de 400m. Su núcleo de casas se desparrama a lo largo del arroyo que lo cruza de Sur a Norte.
La andadura continúa por una pista de montaña que asciende toda la ladera oriental del valle, en dirección a la Mortera de Villandio y la Vega de los Pozos. Por la más elevada bifurcación marcha un ramal a la derecha, de reciente construcción, que sin pérdida nos conducirá a la Vega de Espines, donde enlazamos con la pista forestal de La Collaona (916m).
Esta campera, que posee una buena fuente, está compuesta, además, de varios prados cercados por donde discurre otra pista en dirección al valle de Aller.
Desde la misma fuente marcha el camino de las cumbres, por donde nos dirigimos para ganar la primera de las cimas de este recorrido. El Cuetu Orgosa (1056m) se eleva por encima de una gran mata de pinos que cubren la vertiente septentrional.
Continuamos con la marcha por el Cordal de Longalendo hacia el Pico Cutrifera, a donde llegamos tras cruzar por las colladas de Espines de Can, La Muezca y el pico Mediodia. (1053m).
Consumada la ascensión al Cutrifera (1065m) tomaremos un respiro en su afilada cima mientras contemplamos un bonito hórreo a modo de buzón montañero.
La larga ruta ha de continuar hacia el poniente y en la presente ocasión, en vez de seguir el itinerario de la crestería hasta el Alto de la Casona, descendemos precipitadamente hacia la vertiente allerana, a la búsqueda de la fuente de Pandoto, situada un poco más abajo del cordal.
Cumplida con la función del abastecimiento del agua, tomamos el camino que horizontalmente se desvía a nuestra derecha en dirección al Alto de la Casona, en los límites municipales con Aller (856m). Mientras nos damos un respiro vamos a determinar, en función del cansancio, si seguimos la ruta del cordal o bien descendemos al valle de Turón.
Si así fuera, un marcado sendero se desliza ladera abajo para llegar a la aldea de Tablao. Una vez allí, continuamos hacia la Felguera de Turón por la carretera local que comunica ambos barrios, donde finaliza esta variante de la ruta.
Desde la encrucijada de caminos del Alto de la Casona, retomaremos la ruta de las cumbres por un sendero que rodea por el Mediodía el pico Cutiellos, evitando de esta forma su costosa e innecesaria ascensión. Desde la siguiente collada, llamada Vallongo, continuamos con la andadura por la misma cumbrera del cordal, desgranando todo un rosario de cimas y colladas, resaltando por su elevada cota los picos de La Faya y Cuetu Teyeres.
Bajo este último se sitúa, en el perfil de la montaña, la hermosa majada de La Braña (795m). El conjunto paisajístico se complementa con varios prados, cabañas y fresnos, situándose en su reborde occidental el Cantu la Braña (también denominado Pico Novalín).
Desde su estratégica situación, el Macizo de Ubiña, la Sierra del Aramo y el Cordal de Carracedo, amén de otras sierras inferiores, se aprecian desde aquí con inusitada claridad.
Desde La Braña podemos optar por finalizar la ruta, descendiendo bien sea a San Francisco de Turón o Santa Cruz de Mieres.
La ruta del valle turonés desciende muy marcada entre prados que se van escalonando hacia las cotas más bajas. Siete Vaques, Escala, Mayaón, etc., van quedando atrás. Tras cruzar por el lugar denominado 4º de San José, alcanzamos la fabulosa fuente de la Fuentona, y a partir de aquí una carretera local nos conducirá sin pérdida a Sn Francisco.
Estamos de nuevo en La Braña y queremos baja a Santa Cruz. Lo hacemos pro la vertiente Sur del cordal, por un sendero que nos llevará casi sin advertirlo a la fuente La Llamarga. Una vez aquí, tomaremos un camino que orillea a media altura la sierra hacia el Este.
Enseguida nos topamos con las cabañas de Les Viesques, con la aldea de Grameo a la vista. Hacia allí nos dirigimos, bien sea por el camino carretero o por el atajo de la senda peonal de los prados. De Grameo a Santa Cruz descendemos por la carretera que comunica ambas localidades. Santa Cruz es el punto final de esta variante de descenso.
De nuevo en La Braña continuaremos con la ruta originaria de las cumbres hasta finalizar en Figaredo. Desde la fuente La Llamarga, la ruta nos llevará por caminos poco marcados hacia los prados de Melende y La Collá. Más adelante iremos sorteando por la vertiente turonesa varios picos de insignificante altitud, como Llaneres, Riscu, etc.
También cruzaremos por el prado de Salgueros y Pedro gallego, donde hemos decidirnos por descender a Figaredo por Milán y Felguerúa y la fuente de Saburnín o continuar cresteando por un terreno sin restituir de una antigua explotación de carbón a cielo abierto. Atrás va quedando el pico La Mentira y Milán para descender a Figaredo por el caserío de Forniellos.
Según la variante de ruta que decidamos seguir, tardaremos entre 4’5 y 6’5 horas.
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