Pocas provincias pueden ofrecer tanto: una costa donde el sol luce 320 días al año y un interior lleno de casas y actividades relacionadas con el agroturismo. La aventura y los deportes náuticos completan la oferta de una Murcia así de rica.

La costa de Murcia, llena de aventuras

En el litoral de la Comunidad de Murcia disfrutarás del buen tiempo todo el año y a elegir entre dos mares: el Mar Menor, tranquilo y cálido, y el Mar Mediterráneo, más fresquito pero con magníficas playas. Si buscas movimiento, hay un sinfín de propuestas para cualquier mes incluso en invierno.

Comienza por el norte, justo en San Pedro del Pinatar. Puedes visitar el Mueso del Mar y aprender a remar en la Escuela de Piragüismo. Sigue la carretera, y pasado San Javier, llegarás a Los Alcázares. Al Kaar (casa en árabe) fue un balneario para los griegos y romanos; hoy es un centro de turismo deportivo. La Estación Náutica del Mar Menor organiza actividades a la carta: buceo, piragüismo, windsurf, catamarán, esquí acuático, vela, bicicleta, etc. Si continúas por la costa, pasarás por el pueblo pesquero de Los Nietos. Hacia el interior, cultivos y poblaciones agrícolas como Torre Pacheco. En Cabo de Palos, cuyo faro es guía de los mares murcianos, está el Club de Buceo Islas Hormigas, que organiza inmersiones en este espacio protegido. Más al norte, hay apartamentos que se prolongan a lo largo de La Manga, con playas impecables.

Regresa a la carretera y llegarás al pueblo minero de La Unión; entre las afiladas rocas que bajan al mar hay calas donde practicar nudismo. Continúa hasta el Puerto de Mazarrón (prueba sus famosos langostinos). Sorpréndete con las formas que la erosión del viento ha creado en Bolnuevo. Tras cruzar la Sierra de Cantal, está Águilas, donde el Club de Buceo Estela te sumerge en aguas de fondos agrestes y, por supuesto, en cualquier época del año.

Águilas y los corsarios

Hasta hace casi 300 años no llegó la paz al último municipio de la costa meridional murciana, ya en la frontera con Almería. El Castillo de San Juan protegió a Águilas de las frecuentes incursiones de los piratas. Antes de la construcción de la fortaleza, la ciudad permaneció inactiva por los constantes ataques de los corsarios, que la saquearon una y otra vez. Hoy, solo quedan tesoros naturales, como sus más de treinta calas.

Agua, viento y sal

En el Campo de Cartagena, entre la ciudad del mismo nombre y el Mar Menor, confluyen los vientos que han arrasado la zona hasta dejarla casi desértica. Es el mejor lugar para admirar el típico molino cartagenero, con sus aspas de forma triangular. La mayoría están abandonados.

Aún así, vale la pena visitar los Molinos de la Sal, en la Punta de Algas. Allí mismo, junto al pueblo que les ha dado nombre, las Salinas de San Pedro del Pinatar son visita obligada. Verás a los patos, flamencos y gaviotas descansando en las salinas durante la época de migración (otoño-invierno).

Tierras de arroz, queso y buen vino

Adéntrate en las Sierras del Noroeste para conocer la parte más agreste de Murcia: montañas abruptas entre llanuras, huertas y valles, y ríos que llevan mucha agua en otoño. Deja la carretera en Cieza y antes de llegar a Calasparra, te espera un bonito paseo por el cañón de Almadenes. Sigue el curso del río Segura, y tras cruzar un bosque autóctono, donde habitan la nutria y el martín pescador, llegarás al pantano de Alfonso XIII, santuario para las aves acuáticas. Por la zona se organizan rutas a pie o bicicleta, iniciación al piragüismo, barranquismo y recorridos en barca por el cañón. Aquí se encuentran los arrozales de la Vega del río Segura: compra en el mercado de los viernes su famoso arroz, único en España y con denominación de origen. Date un paseo hacia el noroeste, por las Lomas de la Virgen, donde se unen el río Benamor y el Segura. Otra ruta es por El Cenajo, en pleno monte y al borde del embalse del mismo nombre.

Junto a Moratalla, las sierras de Muela, de los Álamos y de Benamos, pobladas de pinos, encinas, robles y enebros. Entra en Caravaca, donde comienza un paisaje de casas de labranza tradicionales, con pequeños ventanales y estancias para el ganado integradas en la propia vivienda. Junto al nacimiento del río Quipar, muchas de ellas han sido acondicionadas para el agroturismo. Puedes participar en la vendimia o en la siembra, asistir a la matanza o al parto de los corderos, ordeñar ovejas y hasta preparar queso. En Inazares, hay casas rurales y se organizan jornadas para grupos.

De regreso, haz un alto en Cehegin para visitar el Museo Etnológico. Camino de Bullas, te adentrarás en tierras de trigo y viñedos. En cualquiera de sus cooperativas vinícolas, puedes comprar vino de Bullas. Bajando a la Sierra de Espuña, en Pliego y sus alrededores, visita sus bodegas tradicionales, casi en extinción. Y ya en los márgenes del río Mula, verás los últimos molinos harineros, donde la tierra deja ya de ser tan agreste.

La ruta de los castillos

El las sierras occidentales, los castillos murcianos formaron un día la vanguardia de la cruzada hispana contra los musulmanes. Durante las guerras fueron incendiados y saqueados, y en época de paz se reconstruyeron con piedras indestructibles. En Calasparra, se alza, semiderruido, el castillo donado en 1289 a la Orden de Malta.

La espectacularidad de Moratalla, fortaleza del siglo XV, se puede admirar desde cualquier punto de la llanura. Desde su Torre del Homenaje, de 22m de altura, se controlaban los pasos de acceso a Al-Andalus. El Castillo de Los Vélez, edificado en el siglo XVI y en magnífico estado de conservación, preside la ciudad de Mula.

El Castillo de Caravaca, reconstruido en el siglo XV, es quizá el mejor conservado. Caravaca de la Cruz fue punto estratégico cristiano frente a los musulmanes. Su nombre está unido a la aparición de la virgen de Vera Cruz, en 1231, al rey moro Ceit Abuceit, convertido al cristianismo. Más tarde llegaron los templarios y, posteriormente, los caballeros de la orden de Santiago. En Las Fuentes del Marqués está el Torreón Templario. Testigos de tragedias y leyendas a lo largo de la historia, muchos de estos castillos aún luchan contra el paso del tiempo.

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